viernes, 27 de febrero de 2015

El vuelo del peregri@

El vuelo del peregrino

El autor reflexiona sobre la escultura 'Peregrin@', realizada por Santiago González Poncela en los jardines de Echanove. «Es curioso como, a veces, las cosas, a fuerza de extraordinarias, consiguen encajarse de la manera más sencilla» 

Puede parecer extraño pero el comienzo de esta historia no tiene nada que ver con lo que aquí se quiere narrar. Lo cuento como me lo han contado. Hay una persona que decide traerse varios plantones de un árbol exótico, presentado en la Exposición Universal de donde sea. Los regala por Vitoria y así pasa que van creciendo una serie de secuoyas, y su descendencia, en distintos lugares. Al cabo de 150 años, algunas han muerto, de mayores, otras han sido taladas, por alevosía, y una, declarada 'árbol singular' de la CAPV. La que nos interesa fue alcanzada por un rayo, que la secó. Estaba en lo que conocemos como los jardines de Echanove, en El Campillo.
Durante un tiempo su tocón recordatorio sirvió de lúgubre paisaje a los juegos de los niños y a los 'correveydileos' de los perritos.
Durante otro tiempo, sin embargo, los casi cinco metros de naturaleza muerta en los que se convirtió fueron engullidos por un curioso conglomerado de andamios y mallas, de donde emergieron, durante meses, ruidos confusos de motosierra y cincel.
Hace sólo unos cuanto días, cayeron las tapaderas, se desnudaron las intenciones. Y el autor, Santiago González Poncela, pudo mostrar, muy orgulloso, y con razón, su obra de arte.
Una obra de arte que, ¡pásmense todos!, se la ha currado de sus bolsillo, y del de sus amigos, y que, ¡no se lo van a creer!, nos ha regalado. ¡Sí!, ¡sí! Esta vez no se ha tratado de que alguien nos ofrece una escultura y nosotros, o algún cenutrio institucional, en nuestro nombre, se la compra por lo que sea. En este caso las cosas han sido increíblemente a la inversa. Santiago pidió permiso para poder utilizar el soporte, hasta entonces inútil, y devolvérnoslo trasformado en una sorprendente abstracción peregrina.
Es curioso como, a veces, las cosas a fuerza de extraordinarias consiguen encajarse de la manera más sencilla. Pues resulta que Santiago ha conseguido resolver con su idea alguna de las cuadraturas del círculo que más elucubraciones levantan entre los sesudos miembros convencionales de la pléyade artística. Posición una. He hecho esta obra de arte para colocarla aquí. Si se la mueve, ya no es lo mismo, me niego. Si se mueve/cambia lo que hay al rededor de ella, y que la justificó, tampoco. Posición dos. Tenemos esta obra de arte, ¿dónde la colocamos? Recordarán que el Ayuntamiento recibió un buen varapalo de una 'experta' porque tenía mal colocadas todas las esculturas de Vitoria.
Santiago ha superado tal posibilidad porque la escultura ha nacido en el único lugar en el que podía y debía. En aquel que, sin querer, decidiera el plantador de la secuoya. ¡Que más hubiera querido el gran Miguel Ángel, que se maldecía y desesperaba porque no era capaz de identificar la obra que había imaginado en las canteras de Carrara, una vez que el mármol las abandonaba y él lo tallaba, pero ya en Roma o en Florencia!
Y, nada más. Con la seguridad de que esta ciudad sabrá recompensar, como se merece, el gesto del artista, me quedo un rato contemplando su obra.
Él ha querido bautizarla como 'Peregrin@' y así quedará, con sus intenciones. Dice que cuando atacó la madera intentaba trasmitirle su forma de entender la figura del peregrino, de la peregrina. Pero que, después, dice, no pudo evitar que se le mezclaran, con ellos, los vuelos migratorios de las aves romeras y que tuviera la necesidad de representarlas también. De donde se le ocurrió, a mi ignorancia atrevida, redondear el título de este escrito.
Me marcho. A mis espaldas quedan la capilla de Santiago, el hospital y la catedral de Santa María. Me despido del 'Peregrin@', ante la cadena eterna, del amor eterno, de los Escoriaza-Esquivel. Sigo hacia San Pedro, por el itinerario vitoriano de Santiago, hoy mejor señalizado aún por la obra de otro Santiago. Un gusto.

martes, 24 de febrero de 2015

La secuoya que se convirtio en peregrin@

La secuoya que se convirtió en peregrin@…..

Santi González, escultor gasteiztarra, ha realizado una escultura en homenaje al Camino de Santiago vasco a partir del árbol que murió después de que le alcanzara un rayo.
La enorme secuoya que se encontraba en la parte más alta de la ciudad, en la ‘almendra’ medieval cerca de la catedral de Santa María, y que daría sombra a peregrinos desde la Edad Media, se ha convertido en una escultura bautizada con el nombre de ‘Peregrin@’, en honor a mujeres y hombres que recorren los caminos hacia Santiago.
El artista fue alumno de la Escuela de Artes y Oficios de Vitoria-Gasteiz especializándose en escultura.